La autorización por parte de Estados Unidos del uso de misiles de largo alcance ATACMS contra objetivos en territorio ruso, adelantada por medios estadounidenses, es un cambio sustancial en la política de la administración de Joe Biden respecto a la guerra de Ucrania.
Hasta ahora, Ucrania solía podía utilizar los misiles ATACMS para sus ataques en el territorio invadido por Rusia, aunque el presidente ucraniano, Volodimir Zelensky, solicitaba desde hace meses emplearlos para bombardear objetivos en Rusia.
De acuerdo con la cadena estadounidense CNN, que cita como fuentes a dos funcionarios del país familiarizados con la decisión, las armas están destinadas a ser utilizadas, por el momento y principalmente, en Kursk.
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Para las fuentes consultadas por The New York Times, también “es probable que las armas se empleen inicialmente contra las tropas rusas y norcoreanas en defensa de las fuerzas ucranianas en la región de Kursk, en el oeste de Rusia”.
Rusia ha advertido que con esta decisión, aún sin confirmar por parte del gobierno estadounidense, el presidente Joe Biden “echa más leña al fuego». Otros funcionarios rusos han advertido que la situación se aproxima más a una Tercera Guerra Mundial.
El sistema de misiles tácticos convencionales del Ejército de Tierra (ATACMS, por sus siglas en inglés) es un sistema de ataque superficie-superficie de alta precisión fabricado por la empresa estadounidense Lockheed Martin.
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Fueron utilizados con gran efectividad por primera vez durante la operación Tormenta del Desierto, entre 1990 y 1991, cuando una coalición liderada por Estados Unidos atacó Irak en respuesta a su invasión de Kuwait.
Los ATACMS disponen de un sistema de navegación inercial asistido por GPS y son propulsados por combustible sólido. Miden aproximadamente 4 metros de longitud, tienen un diámetro de 60.96 centímetros y cuentan con una ojiva de 226 kilogramos de explosión fragmentada.
Pueden ser lanzados desde una plataforma de lanzamiento múltiple M270 o desde el sistema móvil HIMARS (por sus siglas en inglés).
De acuerdo con el Instituto para el Estudio de la Guerra, unos 250 objetivos militares rusos, incluyendo 17 bases aéreas, están en el rango de los ATACMS en poder de Ucrania.
Los ATACMS tienen un rango de 300 kms de alcance, contra los 77 ks de alcance de los HIMARS. Entre los puntos al alcance de estos misiles están el Distrito Militar sur de Rostov, el Regimiento 52 de Bombarderos Pesados y las ciudades de Smolensk, Bryansk y Voroneh, según el mismo Instituto.
Estados Unidos suministró a Ucrania los primeros ATACMS en otoño de 2023, pero solo para emplearlos en territorio ucraniano y en una versión con un alcance más reducido que los que han sido enviados en los últimos meses, 165 kilómetros frente a 300.
El pasado 3 de octubre el Ejército de Ucrania informó de la destrucción de un valioso radar ruso modelo Nebo-M mediante un misil ATACMS, aunque no precisó dónde se produjo el ataque.
Pese a la intensa campaña por parte de Kiev para que Washington levantara la prohibición de utilizar estos misiles dentro de Rusia, la Casa Blanca no había cedido hasta ahora y en octubre apostó por una solución alternativa: 800 millones de dólares de ayuda para que la industria militar ucraniana redoblara la producción de armamento de largo alcance.
El 1 de noviembre pasado Zelensky puso sobre la mesa la posibilidad de atacar con los ATACMS a los soldados norcoreanos que se encuentran en Rusia para combatir del lado de las tropas del Kremlin en Ucrania.
Además de los ATACMS, Ucrania dispone de otros misiles de crucero, los Storm Shadow suministrados por el Reino Unido, y los SCALP-EG, proporcionados por Francia. Como en el caso anterior, su uso en territorio ruso está prohibido.
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