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ué sucedió en las elecciones mediante las que Trump regresa espectacularmente a la Casa Blanca. Además, tendrá a su favor el Senado, posiblemente también la Cámara de Representantes y por supuesto la mayoría (seis de nueve) de los ministros que integran la Suprema Corte de Justicia. En términos coloquiales, carro completo.
En una votación no tan apretada como se preveía, Trump ganó el Colegio Electoral y el voto popular. En el Senado habrá 52 senadores republicanos por 45 demócratas y en la Cámara de Representantes en la que posiblemente los republicanos también tendrán mayoría. ¿Por qué la mayoría del electorado estadunidense eligió a un personaje que ha sido juzgado y declarado culpable de un sinnúmero de delitos y ha dado voz a los peores sentimientos del espíritu estadunidense, xenofobia, racismo y misoginia? Las respuestas son múltiples. Los especialistas de varias disciplinas, entre ellas la siquiatría, ya se aprestan a responderlas.
El hecho es que amplios sectores de las comunidades negras, latinas y árabes, al igual que millones de trabajadores, negaron el voto a los demócratas quienes dieron por sentado que, una vez más, votarían por su partido.
Trump armó una contraofensiva mediante la cual logró reunir el apoyo de muchos que se esperaba votarían en su contra. Las mujeres que votaron por los candidatos republicanos por razones religiosas y económicas. Los latinos a los que dividió aprovechando las tensiones entre residentes legales e inmigrantes indocumentados. Los trabajadores y clases medias a los que para ganar su voto advirtió el peligro de una frontera abierta a miles de migrantes indocumentados. Los negros que vieron incumplidas las promesas de justicia, quienes paradójicamente favorecieron a quien los ha discriminado. No menos importante la derrota demócrata fue resultado de la política vacilante del gobierno que envió millones en armamentos al ejército israelí ignorando las atrocidades que ha cometido en contra de la población palestina.
El hecho concreto es que ahora, sin ninguna cortapisa por parte del Congreso en el que tendrá mayoría y del sistema legal con la Suprema Corte en su bolsa, estará en posibilidad de imponer un puñado de medidas anunciadas con vehemencia en su campaña.
Peter Gordon alude en su extraordinario ensayo sobre el 18 Brumario de Donald Trump, a una sociedad liberal que ha perdido credibilidad y se ha inclinado por el atavismo y el nativismo, en vez del progreso y la apertura, utilizando a la democracia en contra de ella misma.
La pregunta es si el modelo que abrió la puerta a Obama y Biden ha llegado a su límite. Por ello tal vez sea necesario atender a lo que en alguna forma ha señalado Bernie Sanders en torno a las élites que dejaron de lado las demandas de quienes año con año se percataban del espejismo de un desarrollo del que no han formado parte.
La frustración de las esperanzas y expectativas perdidas fue la razón para que se asieran al clavo ardiente que un oportunista como Trump les ofreció.
Los beneficios derivados de los bajos índices de desempleo, la reducción de la inflación y el impresionante crecimiento económico post pandemia, no llegaron a millones de jóvenes ni a quienes viven en la precariedad que con dos o tres empleos les es apenas suficiente para sobrevivir. El progreso para ellos ha sido solo un espejismo que Trump se encargó de romper. La rebelión de quienes están en contra de las élites fue parecida a la que en palabras de Gordon fue causa de un golpe de Estado en 1799 en Francia, que Marx describió magistralmente en su ensayo sobre 18 Brumario cuando Luis Bonaparte, después de haber sido derrotado y desterrado, regresó en y dio un golpe de Estado declarándose Emperador, con el apoyo del pueblo
. Cabe decir, en 2016 el ascenso de Trump fue una farsa, y hoy es una tragedia sobre la que es difícil predecir sus consecuencias.